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Virgo representa a la diosa de la fertilidad y de la tierra. También símbolo de la cosecha. En Babilonia, la diosa Ishtar, diosa de la fertilidad, cruzó las siete puertas del mundo subterráneo para encontrar a su marido, Tammuz, muerto por un jabalí. Cuando cruzó la primera puerta el mundo se oscureció. Cuando llegó al subterraneo, la diosa de los muertos le negó a Tammuz. Los dioses de la Tierra le pidieron entonces a la diosa de los muertos que liberase a Tammuz. Isthar y su esposo fueron entonces rociados con agua mágica y salieron a la Tierra. Una vez allí, la primavera comenzó, las flores florecieron y el Sol calentó la tierra.
El Toro ha sido adorado en varias culturas, como la egipcia, la ibérica, la griega o incluso la judía. El Toro es el símbolo de la primavera, de la labranza y siembra, pero también lo es del amor, que florece en primavera. Zeus se enamoró de una bella princesa, Europa, hija del rey Agenor. Europa, estando en la playa, deseó saber que había al otro lado del mar. Zeus, acudió a la playa en forma de toro y se ofreció a llevarla. Ella subió a lomos y Zeus nadó hasta Creta. Una vez allí se transformó en dios y le ofreció su amor. Europa aceptó. Por ello Zeus subió a las constelaciones la forma del Toro en recuerdo de esta historia de amor. Posteriomente Zeus subió a las Híades por cuidar de su hijo Dionisio, en forma de cúmulo en la constelación del Toro. Lo mismo hizo con las Pléyades, las hijas de Pléyone y Atlas.
Sagitario era un centauro, mitad hombre y mitad caballo. Poseía la fuerza del caballo y la inteligencia del hombre, tanto que su rey, Quirón, era el maestro de héroes como Hércules, Esculapio, el Argonauta Jasón o el propio Aquiles. Hércules hizo amistad con un hijo de Quirón, Folo, que se hallaba en peligro. Por ello, Quirón colocó en el cielo un centauro con un arco (Sagitario) para que siempre protegiese a Hércules de los escorpiones; por ello ambas constelaciones están juntas en el cielo.
Era un león que vivía en la Luna. La comida era tan escasa allí que atacó a uno de los caballos de Selene, la encargada de llevar a la Luna por el cielo. Fracasó y fue expulsado a Nemea, dónde empezó a atacar a la gente. Hércules lo estrangulo, y en su recuerdo lleva sus fauces como casco y su piel como traje. Zeus colocó al león en el cielo en recuerdo de la hazaña de su hijo.
Cástor, un famoso soldado, y Póllux, un campeón de boxeo, eran los hijos de Zeus. No solo eran hermanos, sino también amigos íntimos y muy aventureros. Una vez decidieron ir al mar para atacar a los piratas que saqueaban a los pescadores. Tuvieron tanto éxito que se convirtieron el héroes para los pescadores y tallaron sus imágenes en el casco de los barcos. Los marineros conocen que cuando hay tormenta y aparecen dos chispas sobre los mástiles (el popular fuego de San Telmo), el barco saldrá indemne de la tormenta. Durante una de sus peleas contra los piratas, Cástor, que era mortal, fue asesinado. Póllux, que era inmortal, fue sacudido por un enorme dolor y le rogó a Zeus que le dejara estar con Cástor todos los días en el Mundo de los Muertos. Zeus se conmovió y los situó juntos en el cielo, para que los humanos se acordaran de la maravilla que es tener una verdadera amistad.
Aries era el carnero de Zeus. Su manto estaba hecho de piel dorada en vez de blanca lana. Un día, mientras Zeus contemplaba a los humanos, de repente notó que dos niños se encontraban en peligro de ser asesinados. Inmediatamente envió a Aries a la Tierra para que los salvara. Aries llegó justo a tiempo para que los niños saltaran sobre su lomo, conduciéndolos posteriormente a lugar seguro. Como premio al esfuerzo que su carnero había hecho, Zeus le situó en los cielos, para que pudiera pastar libremente. (Sobre la historia de su lana dorada, leer la leyenda griega de los Argonautas y el vellocino de oro).
Ganímedes era un pastorcillo tan amable y gentil que recibió ambrosía, el manjar de los dioses, para hacerle inmortal. Un día, mientras pastoreaba el rebaño y jugaba con su perro Argos, el dios Zeus ordenó a su gigante águila a que bajara a las llanuras de Troya para llevar a Ganímedes al templo de los dioses, de forma que se convirtiera en el aguador favorito de Zeus. Donde quiera que Zeus fuera, Ganímedes lo acompañaba montado sobre su águila, tanto que se le consideró su único amante masculino. La amabilidad de Ganímedes se puso de nuevo de manifiesto ante los dioses cuando le preguntó a Zeus si podría ayudar a los humanos, quienes necesitaban agua. Zeus, que no solía ser muy amable, se sintió ablandado por la compasión de Ganímedes y le dio permiso para que hiciera lo que pedía. Ganímedes se dio cuenta de que enviar una gran cantidad de agua a la Tierra de una sola vez podía ser peligroso, por lo que decidió mandarla en forma de lluvia. Así es como Ganímedes, el pastor, llegó a ser conocido como el dios de la lluvia